martes, 27 de agosto de 2013

Podio Argentino en la Maratona do Río 6k 2013

Mi primera carrera en el extranjero (2da parte).

Un ola de piernas y brazos me empuja, me lleva, me lanza hacía esa recta larga y ondulante que es la Avenida Infante Dom Henrique que bordea la playa de Flamengo. En una explosión de adrenalina contenida todo empieza y todo está por escribirse, dentro de una fiesta verde amarela yo espero escribir mi historia en español.

Con seis semanas de pretemporada a cuestas, mis piernas disfrutan más de la resistencia y de la fuerza que de la velocidad que me está pidiendo esta largada; para los 3’04” que tardo en llegar al cartel del primer kilometro ya 14 atletas lo cruzaron. Si bien no es el inicio más alentador teniendo como objetivo subirme a un podio de cinco lugares, ya promediando el segundo kilometro noto que varios fueron víctima de una emoción inicial y comienzo a escalar posiciones rápidamente. 
 Poco a poco se empieza a aclarar el panorama sobre quienes realmente vamos a dialogar en la punta. El primero marcha cómodo, alejado ya a unos 40 metros del compacto pelotón que incluye al segundo, tercero y cuarto. Por mi parte, en gran medida “aconsejado” por mi entrenador que me sigue a prudente distancia en bicicleta, mantengo este ritmo que me sofoca para conectar a quien en ese momento marchaba sexto y concluimos juntos el segundo kilometro en 6’10”. Sobrepasamos al quinto y antes de llegar a la mitad de la competencia y largarnos al retome en U que quiebra el circuito ya está claro como nos presentaremos al final; el primero sigue ampliando su ventaja, el pelotón de tres atletas se ordenan esperando el final y yo me acomodo el ritmo cómodo al que me invita mi ocasional compañero de competencia, la velocidad crucero se estanca en 3’18” por kilometro y siento que mi cuerpo se repone para el capítulo final.
A menos de dos kilómetros de la llegada escucho que me habla; entre su agitación por la carrera, mi distracción por estar concentrado en donde buscar el desenlace y el portugués que estoy lejos de dominar, no entiendo nada de lo que dice, pero instantes más tardes comprendo que ante la proximidad del último puesto de agua me pidió paso, o algo parecido, para abastecerse. No solo toma su vaso sino uno más para mí, no bebo en una distancia tan corta pero agradezco el gesto.
Debo reconocer que me presentó un pequeño dilema moral. A un atleta que me marcó el paso más de la mitad de la carrera, que me pide permiso y luego me ofrece agua. ¿Debo arrebatarle el puesto sobre el final de la prueba? Por otro lado está claro que no es solo un puesto, el que llegue primero de los dos subirá al podio, el otro lo verá desde abajo, es una pequeña gran diferencia. Por otro lado el espíritu de una carrera es dar lo mejor de sí y comparar eso con otras personas. Y más allá de eso hacía varios días que venía soñando con subirme al podio en mi primera carrera en el exterior, acompañado por mi entrenador quien casi nunca me ve competir y rodeado del marco único que da una ciudad como Río de Janeiro y veinte mil atletas reunidos en un evento deportivo como la Maratona Caixa de Río deJaneiro. 

Por lo que faltando unos 800m, cuando mi acompañante decide mirar su reloj (aún no entiendo para ver que), aprovecho esa brazada perdida y lanzo mi primer ataque. ¡Extrañamente vuelve a mirar su reloj!  E intenta seguirme, pero realmente me había sentido cómodo al ritmo que llevábamos y tenía bastante energía para desarrollar, por lo que pronto voy dejándolo atrás, incluso buscando que la brecha se abriera rápidamente para aprovechar el efecto psicológico que tiene sobre el rezagado. 
Ya con unos 200 metros por delante me dedico a disfrutar esos sublimes segundos de alegría y euforia, el sueño se cumplía, en exactos tres minutos había atravesado el último kilometro y ahora ya escuchaba mi nombre gritado por el animador a través de los parlantes y veía la cinta tensa que solo esperaba que la cortara, fui a su encuentro y sentí que la abrazaba como si nos hubieran separado seis kilómetros atrás y solo hubiera corrido para reencontrarla.

Después solo fue una prolongación de la alegría, el encuentro con mi entrenador, con sus alumnos brasileros, ir a ver el final de la maratón bajo un hermoso sol carioca, la ceremonia de premiación para los 42, 21 y 6k, todos reflejos de la intensa felicidad de cruzar la meta alcanzando lo soñado; mi primer podio en una gran carrera y como broche de oro, en mi primer competencia fuera del país.


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