lunes, 6 de enero de 2014

Crónicas Cacheñas IV

Subimos por el camino del norte y bajamos por el del sur, poco mas de 20km rodeando el valle
La felicidad a veces y el amor casi siempre, tienen razones que la razón no entiende. ¿Quién puede explicar por qué se enamora? ¿O cómo se entiende la alegría de recorrer una distancia redonda por debajo de un tiempo redondo? Pueden ser sentimientos tan plenos que se sienten físicamente. Hoy sentí por todo mi cuerpo una alegría desbordante, lo sentí en la piel, desparramándose como una cascada por mi interior. Me son esquivos los motivos, hasta podría decirse que técnicamente casi fue un entrenamiento más; no fue la mayor distancia que he recorrido, ni el fondo más rápido que he hecho, tampoco llevé mi cuerpo a límites desconocidos ni escale alturas nevadas, fui rodeado de un gran paisaje pero no lo contemplé tanto como merecía, me acompañó un gran amigo pero no tuvimos charlas trascendentales. Simple y llanamente al ver que llegaba a su fin, que el pueblo de Cachi se acercaba rápidamente, zigzagueando por sus calles y sospechando próxima nuestra morada; me embargó una alegría que no podía contener, brotaba de mi cuerpo en palabras, gestos, la felicidad se corporalizaba. No se rompieron records personales como tanto me gusta, ni se logró un sueño, ni gané ningún trofeo; con menos de eso fui muy feliz. Sentí con total claridad por qué hago esto; las marcas, los puestos, las metas son excusas para encontrarme con la felicidad de correr. Patente, solidad, física, contante y sonante, allí estaba, corriendo a torrentes dentro mío mientras subía por la vereda de un pueblito pintoresco y polvoriento. Necesitaba agua, quería una fruta, buscaba sombra, pero principalmente deseaba que esos instantes durasen, sino para siempre, lo más posible, sin amargarme por su fugacidad dejaban que las emociones corran sin freno para no detener su ímpetu. La sed ya pasó, el calor se apagó pero el recuerdo, no ya del entrenamiento, sino de las emociones, sé que no se desvanecerán.
En la fría pantalla de la computadora marca 20,4 kilómetros por el circuito conocido como “Cachi adentro”, con un ascenso de 300m que nos llevó a casi a los 2.500 msnm, todo sobre calles de ripio contorneando el valle que se vuelca al río. Llegamos al punto más alto en 45 minutos a un ritmo de 4'32"/km y descendimos en 42 minutos promediando 4'01"/km para hacer la 1h27' a 4’16"/km. Las curvas y los ascensos y los descensos se sucedían unos tras otros sin interrupción, por lo que costaba despegar mucho tiempo la vista del camino, varios vados con agua de deshielo cortaban la sequedad del camino y el paisaje salteño se floreaba en cada rincón, desde los hornos de barro hasta las montañas eternas.
Si bien sentí fuerte el ritmo que Eze Morales impuso de entrada, poco a poco logré acomodarme y el ritmo se podía mantener en el tiempo. Nunca miré el reloj, sabía que se salía desde un punto y luego de toda una vuelta se llegaba al mismo punto, un circuito circular como las ruinas de Borges, por lo que no tenía mucho que ver en mi muñeca, se terminaría cuando la serpiente se comiese la cola, mientras tanto sólo había que correr. Largamos pasadas las 8 de la mañana por lo que el sol no caía tan inclemente sobre nosotros y parece que cada día el cuerpo se siente un poco mejor con el 75% del oxígeno al que lo tenía acostumbrado al nivel del mar.
Luego el descanso llegó como un bálsamo; plaza, almuerzo, siesta. Por la tarde mis piernas se ganaron un masaje bajo las fuertes manos de Favio Gonzales, era difícil predecir que ese cuerpo cacheño de menos de 60 kilos pudiese ejercer tanta presión sobre mis agradecidos músculos. No solo es un gran masajista sino una persona muy agradable y de yapa uno de los mejores marchadores del país.
Plaza central de Cachi
Sentado en la vereda de un típico bar cacheño, la calle principal me separa de la plaza céntrica, el día se va despidiendo, algunas nubes ayudan al sol a apagarse antes. Degusto un pan de banana, la gente se vuelca a recibir la noche y las sombras y la magia se adueñan del centro de Cachi. El día se muere, el tiempo sigue, otros vendrán, pero lo vivido hoy ya no morirá.

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