La casa ya estaba despierta, las bicis se preparaban, las
caramañolas se cargaban, ya mis tres compañeros estaban por salir, empiezo a
dar vueltas en la cama. Miro el reloj, ocho menos algo, ¿Para qué tan temprano?
¿Por qué no? A esta hora en Kenia ya vuelven de entrenar. Temprano o tarde es
relativo. Como casi todo.
Así que salgo para la pista, un poco de trote, trabajos
técnicos, algo más de trote. El interés de la mañana no estuvo en el
entrenamiento sino en la compañía; empecé sumándome a unos pequeños cacheños de
14 y 16 años, no son muy dados a la charla pero cuando hablan lo hacen menos
agitado que yo. Como todos acá son tímidos, pero de una timidez respetuosa y
atenta, a pesar de que hay que ponerle ganas para que la charla avance nunca te
hacen sentir incomodo. Al final del trabajo se sumó Favio “Cachi” Gonzales,
como les conté ayer no solo es masajista sino también un marchador de nivel
continental, de hecho me acompañó varios kilómetros a la par mía, con la
diferencia que yo corría y él caminaba! Prueben caminar cien metros en unos 30
segundos y seguir a ese ritmo por un rato largo y verán no es tan sencillo como
parece.
A mitad de camino en "El Mansito" |
Como correspondía hoy si dormí la siesta junto con el
pueblo, y a la tarde nos fuimos con Pablo hacía el camino del “Mansito”, eran
50 minutos suaves por lo que fue una buena sorpresa al ver que sin darme cuenta
habíamos corrido un poco por debajo de 4’50”/km, para ser un regenerativo acá
no está mal. Ya empezamos a cruzar mas atletas que llegan a entrenar; papa Noel
ya dejó sus regalos, el año empezó con deseos de todo tipo y hasta los reyes ya
están volviendo en sus camellos hacía sus arenas mágicas; por lo que ahora hay
que empezar a entrenar y ya varios se suman día a día, dándole un aire más
atlético al pueblo.
No hubo grandes novedades, no vi lugares nuevos, fueron
pequeños entrenamientos, casi rutinarios, sin grandes desafíos. Pero los
grandes éxitos se forman así, de pequeños éxitos cotidianos. Paso a paso los mayores
logros son inevitables, ya que estos no suceden al subirse a un podio o al
bajar una marca, sino al mirar atrás y ver que se ha disfrutado el camino. Hoy
el día se resume en correr y sentirse feliz de hacerlo.
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